Templo de Artemisa: Una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo
Situado en la colina de Ayasuluk, el Templo de Artemisa, también conocido como Artemision, fue una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. Este majestuoso templo, dedicado a la diosa Artemisa, fue un importante centro de culto y peregrinación en Éfeso, atrayendo a visitantes de toda la región.
Historia y Construcción del Primer Templo
El primer templo fue construido en el siglo VI a.C. en estilo díptero jónico, con dos filas de columnas en los lados y tres en las partes frontal y posterior. En total, el templo contaba con 127 columnas jónicas de 19 metros de altura, de las cuales 36 estaban decoradas con esculturas en relieve.
La Destrucción por Eróstrato
En el año 356 a.C., un hombre llamado Eróstrato incendió el templo con el propósito de ser recordado para siempre, logrando su infamia al destruir una de las maravillas del mundo. Irónicamente, esa misma noche nacía Alejandro Magno, quien años después ofreció una donación para reconstruir el templo bajo la condición de que su nombre fuera asociado a él. La oferta fue rechazada cortésmente con la respuesta: «sería impropio de un dios construir un templo para otro dios».
El Segundo Templo y su Reconstrucción
En el siglo IV, se reconstruyó el templo sobre una base de 13 escalones, siguiendo la misma planta pero con columnas más delgadas y de menor altura. Este templo miraba hacia el oeste, una orientación única que refleja sus orígenes anatolios, a diferencia de los templos griegos que habitualmente miran al este.
Escultores Famosos: Scopas y Praxíteles
La decoración del templo fue llevada a cabo por famosos escultores de la época. Las columnas fueron esculpidas por Scopas, mientras que el altar fue obra de Praxíteles, lo que añade un importante valor artístico y cultural al templo reconstruido.
Declive y Destrucción del Templo
El Templo de Artemisa sufrió otra devastación en el año 262 d.C. cuando los godos invadieron la región y destruyeron gran parte de la estructura. Con el tiempo, la expansión del cristianismo en Éfeso redujo la importancia del templo en la vida religiosa de la ciudad, y muchos de sus materiales fueron reutilizados en otras construcciones, simbolizando el triunfo del cristianismo sobre el paganismo.
El Último Vestigio del Templo
Hoy en día, solo una columna de las 127 originales permanece en pie. Esta columna fue erigida entre 1972 y 1973 con piezas de diferentes columnas, aunque no alcanza la altura original del templo. Es el único vestigio tangible de la magnificencia de este santuario sagrado.
El Camino Procesional y el Pórtico de Damianus
El Templo de Artemisa estaba conectado con la ciudad por un camino procesional que rodeaba el Monte Pión, pasando por la Puerta Magna. Este camino era utilizado en las procesiones religiosas y estaba flanqueado por tumbas a lo largo de su extensión.
La Estoa de Damianus
En el siglo II o III d.C., T. Flavio Damianus, un ciudadano adinerado y sofista de Éfeso, mandó a techar un tramo de la ruta procesional desde la Puerta Magna hasta el templo, conocido como el Estoa o Pórtico de Damianus. Este pórtico proporcionaba un espacio cubierto para los participantes en las procesiones y añadía un toque de monumentalidad al camino hacia el templo.
Consejos para Visitar el Templo de Artemisa
- Ubicación: El templo se encuentra en la colina de Ayasuluk, cerca de las ruinas de Éfeso y es fácilmente accesible desde la entrada principal.
- Mejor hora para visitar: La mañana y la tarde son ideales para evitar el calor del mediodía y apreciar la belleza de los alrededores con una iluminación adecuada.
- Respetar el sitio: Dado que es un sitio arqueológico de gran valor histórico, se recomienda no tocar las ruinas y respetar las áreas delimitadas.
Conclusión
El Templo de Artemisa fue un centro de devoción y una obra maestra de la arquitectura antigua, dejando un legado perdurable en la historia de Éfeso. Desde sus imponentes columnas hasta las escenas mitológicas representadas en sus relieves, este templo es testimonio de la grandeza y riqueza cultural de la antigua ciudad. Aunque hoy solo queda una columna en pie, el templo continúa siendo un símbolo de la historia y la espiritualidad de la región.